jueves, 21 de marzo de 2013

CRISIS CON LA IGLESIA


CAPÍTULO TERCERO

CRISIS CON LA IGLESIA


Hasta entonces no me lo había planteado jamás, pero cuatro meses de libros, mañanas frente al televisor y mis propias reflexiones, me bastaron para escribir el 13 de Noviembre de 1992:
«Estoy entrando en crisis. La Iglesia católica empieza a parecerme poco real y seria y mis nuevos conocimientos están dejando atrás los antiguos preceptos»
Y dos meses más tarde, escribía una carta que se publicaba en el diario sur de Málaga, donde criticaba a la Iglesia Católica. Mi convencimiento de tener la fe en Dios me aseguraba que la carta se publicaría, y se publicó, aunque obviamente fue un acto de mi libertad, simplemente.
Sigo leyendo también la Biblia y disfrutando a veces de lo que aprendo, pero mi vida personal no va por los caminos de Dios, y mis actos se convierten en sufrimiento en mi vida personal, e incluso una salud débil[1]. A finales de 1992 estoy frustrado y deprimido. Mi incapacidad para ver frutos en mi después de escuchar predicaciones y leer libros de aquel predicador americano me crean una crisis, de la que sale como resultado que para principios de 1993, un ídolo de la música y su mundo  substituyen de alguna manera a Dios en mi vida, este hobby se convierte para mi en algo mas. La personalidad del ídolo se funde conmigo, me gusta y me siento identificado con el ídolo en muchas cosas, aunque de alguna manera seguiré intentando hacer lo que comencé, es decir, en mi celo por hacer la voluntad de Dios, luchar contra lo que yo calificaba "el sistema religioso católico"[2].
En Enero de 1993 se publica mi crítica a algún aspecto del catecismo nuevo de la Iglesia católica que me escandalizó tal vez por no entenderlo bien (creo que fue algo sobre la pena de muerte), que esta vez es respondida por alguien que defiende la fe católica contra el escandalizador que osa desafiar a la Iglesia,  y yo le contesto con otra carta que se publica después, actuando por orgullo personal de decir la última palabra en la disputa.
Inspirado por las enseñanzas de aquel predicador escribo un mini-libro titulado, “La verdad, la palabra y el Reino”. Me gasto los ojos traduciendo al castellano uno de sus libros, no se muy bien para que, tal vez para usarlo para estudiar o dárselo a otros. Trabajos valdíos. Si el arquitecto no trabaja en la casa, en vano se cansan los edificadores. En Marzo de 1993 nueva carta publicada en el diario sur, “El monopolio de Cristo”. Ese mismo mes de Marzo, se lee una carta mía en Canal Sur radio en la que hablo de Dios. En esta carta queda patente mi amor a Dios y mi apelación a la caridad. Son tiempos muy activos.
Tengo mucha espiritualidad y gran interés por algo nuevo para mí, el Espíritu Santo, sin embargo al mismo tiempo mi vida personal está sumida en un “pozo negro” según mis propias palabras. Es mi propia madre quién posiblemente observando en mí como me voy fanatizando, me hace dudar al prevenirme que no debo hacer caso de todo lo que oigo. De nuevo mi orgullo sale a relucir, pero su advertencia tendría algún efecto más adelante, gracias a Dios.
No recuerdo como, pero ese mismo año 1993 llega a mis manos una revista llamada “la pura verdad”, publicada por una iglesia que no es católica, también un libro llamado “¿volverá Cristo? Según mis palabras de la época: “me ayuda y me beneficia”.
Probablemente me voy dando cuenta que las doctrinas de aquel predicador no están siendo efectivas en mi vida, y poco a poco me voy separando de ellas. Cada vez  le veo menos, sigo recibiendo sus libros gratuitos, pero ya no los leo, sino que se amontonan en mi habitación esperando un buen momento que no llega.
Poco a poco me voy dando cuenta del gran poder de persuasión que tiene la organización de este predicador, como te inunda con publicidad en la que te promete bendiciones especiales de Dios a cambio de “donativos” con los que a cambio te manda su “producto”. Un auténtico montaje de marketing para lo que se necesita un gran movimiento económico detrás.
Yo no llegué a mandarle nunca dinero en esta época, ya que al ser distintos países era difícil, pero hubiera deseado poder hacerlo para obtener las bendiciones que me prometía en sus cartas publicitarias. Me llegaba a frustrar de pensar de que Dios se podría enfadar conmigo por no ayudar a su ministerio, cuando él en cada carta me trataba de convencer con un poderoso lenguaje utilizando palabras de Dios para apoyarlo. De hecho creo que llegaba a relacionar a veces mis problemas con mi incapacidad de mandar los donativos que él me demandaba tan ardientemente. Eran palabras realmente fuertes y era difícil ver un engaño en tales palabras. Yo a veces pienso que estas personas realmente se creen lo que dicen, es decir su propio engaño.
Mi vida personal es una autentica lucha contra el pecado y lo maligno, eso es lo que estoy constatando en mi después de estas experiencias, que a pesar de mi deseo de servir a Dios y andar el camino recto por esta vida, no lo estoy consiguiendo y me siento muy mal por ello. Como resultado pasarán seis años de mi vida en los que continuaré mi camino por el mundo de la astrología, estudiando y leyendo todos los tratados y libros que podía poner a mi alcance y haciendo de esto mi profesión oculta en esos años al tiempo que desaparecieron de mi vida los telepredicadores y sus doctrinas.
Podía resumir esto diciendo que las ganas de aprender las cosas de Dios me vinieron a través de esta influencia, el problema es que en los primeros años mi enseñanza estaba filtrada a través de los libros de este predicador. Una doctrina “nueva” para mi, revolucionaria, relacionada con el nombre de Cristo, lo cual no me hizo ver rápidamente los errores, y que en cierto modo me pareció lógica y que se contraponía y diferenciaba bastante de lo que mi tradición católica me había enseñado, y cuya imagen en mi cabeza se hacía caduca, monótona y falsa. Sin embargo estas doctrinas supusieron mi radicalización, mi apartamiento de la Iglesia católica de la que nunca antes había dudado, aunque verdaderamente mi conocimiento de la fe católica se había quedado estancado en mi 8º año de vida, y tendría rechazo a todo lo que oliera a religión, durante los seis años siguientes. Sin embargo siempre he reconocido algo bueno en todas estas experiencia vividas, y es que me “despertaron” el sentido de Dios y de mi condición cristiana. Dios escribe derecho sobre renglones torcidos. Esa es la explicación que yo le doy.



[1] La consecuencia del pecado es el sufrimiento humano, la enfermedad y la muerte.
[2] Algo que viene de los protestantes modernos.

martes, 5 de marzo de 2013

TIEMPO DE BÚSQUEDA


CAPÍTULO II
TIEMPO DE BÚSQUEDA

La adolescencia es una etapa difícil, y aunque siempre estuvo presente en mi cabeza Dios, realmente mis pensamientos esos años estaban en otro sitio, aunque siempre he tenido un concepto de la moral que me ha impedido hacer ciertas cosas, o me ha remordido la conciencia cuando he caído en algo. Dice la Biblia que es el Espíritu Santo el que convence al mundo de pecado. Hoy, año 2004, me pregunto, ¿cómo podía yo tener conciencia de pecado, si según el concepto protestante, uno no recibe el Espíritu Santo hasta que no haces la profesión de fe en Cristo? ¿Cómo no me puse a fumar porros cuando había algunos que lo hacían en mi entorno? ¿Cómo desde muy joven he rechazado el vicio del tabaco, aunque llegué a probarlo? ¿Porqué cuando bebía más de la cuenta me sentía sucio por dentro?¿Porqué no me gustaba pelearme y cuando alguien me provocaba y caía me sentía triste y mal?  Con esto no quiero decir que no haya pecado en mi adolescencia, al contrario, he caído muchas veces, pero había en mi un convencimiento de pecado en muchas áreas, y he hecho tal vez algunas cosas verdaderamente malas si uno mira a Dios.
Cuando algún hermano protestante me ha preguntado: ¿cuándo naciste de nuevo? He tenido dificultad en contestar. La mayoría de ellos saben la fecha, como yo puedo acordarme del año de mi primera comunión, pero yo no tenía fecha. Y yo me preguntaba: ¿Sería que el concepto de nacer de nuevo es diferente entre católicos y protestantes? Y protestantes hay de muchas clases y credos. Por ejemplo, los evangélicos niegan el bautismo de niños y por tanto niegan el nuevo nacimiento que según la Iglesia se produce del agua y del Espíritu.[1] Sin comprender lo que esto significaba, yo lo atribuía a un renacimiento de tipo espiritual, que es lo que yo comencé a experimentar antes de cumplir 20 años. Mi búsqueda se puede decir que se inicia a finales de los años 80, cuando en plena adolescencia comencé a interesarme por los temas paranormales y ciencias ocultas, hasta el punto de subscribirme a la revista Mas Allá de la ciencia: vida después de la muerte, fantasmas, espíritus, reencarnación, apariciones, astrología, Ovnis, todos estos temas comencé a absorberlos poco a poco, y me entusiasmaban, leía y veía todo lo que podía de esos temas. Obviamente yo no sabía que eso era incompatible con mi condición de bautizado y por tanto cristiano.
En 1990, yo tenía 19 años. En aquel año también comencé a interesarme por “la astrología”, con la que según mis propias palabras «Comienzo a entrar en contacto con otras realidades», y también según mis propias palabras, «Esta ciencia me lleva a comprender que Dios es aún más grande de lo que pensé hasta entonces»[2]. Comencé a comprarme libros hasta hacerme una biblioteca nada pequeña, y comencé a dedicarle cada vez más tiempo a la astrología, hasta convencerme que era lo que quería ser, y que era mi vocación. Esta ciencia dio rienda suelta a mi espíritu filosófico, y llegué a escribir a veces frases geniales o estudios propios acerca de diversos temas. Mi mente estaba muy metida en la investigación de esta práctica astrológica y me afanaba en estudiarla. La astrología me lleva a otra creencia. La reencarnación, e incluso a la mitología de los planetas, entonces  yo no era consciente de lo incompatible que hace todo esto con el evangelio y la vida eterna que Dios nos ha prometido.
Mi vida fue siendo dominada cada vez más por la ciencia de los astros durante los años 1991-94, y a todos les hablaba en clave de astros, predecía el futuro, leía, investigaba, quería hasta sacarme un título oficial para poder ejercer profesionalmente.
Mi carácter es irascible, duro, egoísta, conozco los celos, los nervios, la tensión es máxima en mi vida, con mi novia por entonces, en mi casa, en mis estudios, y en todo. Mi vida no va del todo bien.
Llegué a realizar algunas cartas astrales por encargo, pero mi vida estaba planificada por lo que decían los astros, y cada vez mas era esto así, también quería planificar la de mis familiares. Mi vida espiritual entonces, creo que se resumía a eso, pero es que es muy diferente de la doctrina cristiana, porque la astrología te enseña que tenemos una personalidad que es muy difícil de cambiar, unos defectos que se podían interpretar como virtudes, y unas virtudes que se podían interpretar como defectos, el pecado no era tal, sino que eran frutos de lo marcado por los astros, y había una sensación de limitación de la libertad de la persona[3]. Si los astros decían que iba a estallar en una discusión y sucedía, siempre me quedaba el consuelo de decir: “estaba escrito”. Así estuve más de dos años, hasta que poco a poco fui sintiendo que la dependencia astral me causaba cierto vacío interior y que no era siempre bueno estar pendiente de los astros para dar un paso en la vida. No la abandoné de inmediato, pero si me desligué un poco de ella.
La muerte trágica de un familiar en un accidente de tráfico me hace tomar conciencia de la importancia de la vida como para que sea algo tan efímero[4]. También comienzo a tomar más conciencia acerca de lo que yo denominaba entonces “la verdad espiritual”, y por primera vez en mi vida, comienzo a encontrar en la Biblia el modelo a seguir en esta vida. Es por aquel entonces cuando comienzo a tratar de orar a Dios con costumbre diaria. Percibo a Dios según mis propias palabras y me da un gran alivio en los momentos duros. Y es que a Dios se le busca sobre todo cuando las cosas van mal.
Fue por 1992 cuando comencé a recibir nuevas influencias de ciertos predicadores ciertamente carismáticos, y que congregaban multitudes impresionantes por todo el mundo. Yo les veía a través de un canal de televisión por satélite. Personajes como Morris Cerullo, Benny Hinn, o también Keneth Copeland, y por supuesto de sus doctrinas, muy parecidas. Todos ellos tenían en común el idioma, el inglés, pero para mí no era difícil entenderles. Mi conocimiento del inglés me hizo poder comprenderles. Sobre todo del primero llegué a leer varios libros, e incluso llegué a identificarme con el y su “ministerio”. Quise pertenecer a su organización llamada “ejercito victorioso de Dios”.
Lo consideraba un buen maestro, y aunque me sentía extraño por algunas cosas, otras me cautivaban, su carisma, su forma de hablar firme y hasta arrogante, en contraste con la imagen que yo tenía de los católicos. La influencia que tenía en sus oyentes, en contraste con el panorama de iglesias vacías y envejecidas que yo tenía en mi cabeza. Este predicador y sus predicaciones me daban “más profundidad, realismo y consistencia a mi relación con Dios” (según mis propias palabras anotadas en mi agenda). A partir de aquí se inicia un periodo en que tengo la sensación de un crecimiento espiritual, comienzo a gustar de escribir acerca de Dios y el mundo espiritual, aunque mi faceta de escritor se remonta años atrás. Comienzo a leer libros de ese predicador, “provisión total-súplica continua”, como luchar contra Satán y obtener provisión total en mi vida. Promesas de prosperidad material y espiritual que me cautivan.
Estas enseñanzas me están despertando algo nuevo, me siento transformado y me siento consciente de haber encontrado la misión de mi vida después de mi corto periplo por la astrología, entonces comienzo a tratar de transmitir a todo el que puedo lo que voy aprendiendo, por ejemplo a mi madre o con mi novia de entonces. Con mi madre si voy notando un cambio progresivo. También es mi deseo el de hablar a otros, de llevar el conocimiento a todos los “desviados” del camino, que obviamente son para mí, todos los que no entraran en esta línea.
Las enseñanzas que estoy absorbiendo tratan de convencerme de que recibiré de Dios todo lo que yo pida con fe[5]. Claro que todas estas enseñanzas las voy mezclando al mismo tiempo con mi práctica astrológica que siguen conmigo, la cual siento un complemento a mi vida espiritual, y me siento muy espiritual. Mi necesidad económica de la época final de mi adolescencia, me hacen agarrarme a estas enseñanzas de una “súper-fe” que todo lo puede. Lo malo de las falsas doctrinas es que casi todas están sacadas de una utilización sesgada y particular de la Biblia, pero una persona inmadura es difícil que se dé cuenta de eso, por eso me sentía impresionado por las verdades que parecían estar revelándose en mi vida.
También observaba a través de estos predicadores, que los milagros que vemos en la Biblia parecían seguir ocurriendo en sus cruzadas de evangelización y actos multitudinarios[6], de manera que yo comencé a predicar también que eso era posible hoy, y que yo podía incluso ser usado por Dios para mostrar su poder sanador.






[1] (Jn 3,3)
[2] Yo atribuía lo que veía a cosas de Dios, maravillado y fascinado sobre todo por la belleza del universo, los astros, las estrellas, pero también entiendo que influenciado por el auge de estas antiguas ciencias ocultas que me llegaban a convencer de que aquí encontraría la respuesta a los enigmas de la vida.
[3] Yo estaba experimentando lo que algunos Padres de la Iglesia como San Agustín ya han dicho.
[4] Algo así como, “Si todos nos vamos a morir, la vida tiene que tener algún sentido mayor que el temporal”
[5] Basado en una falsa doctrina llamada “evangelio de la prosperidad”.
[6] Personas que decían ser curadas milagrosamente de enfermedades durante estos actos multitudinarios, con una puesta en escena espectacular, con la gente levantando los brazos, hablando en lenguas y cayendo por el suelo, como si una fuerza los empujara.